FRANCISCO ARIZA

TARTESOS, LA CIUDAD DE ULIA, EL SEÑORÍO DE MONTEMAYOR Y EL CASTILLO DUCAL DE FRÍAS
Linajes históricos y mitos fundadores

 

Capítulo III

EL SEÑORÍO DE MONTEMAYOR Y EL CASTILLO DUCAL DE FRÍAS

 

Juan Fernández de Velasco, V Duque de Frías. Bibliófilo y humanista del Renacimiento

En este sentido, queremos incidir en ese aspecto de los Duques de Frías como hombres ilustrados (con talento literario y poetas algunos de ellos), y comprometidos también con los asuntos de Estado y de gobierno, para lo cual hemos escogido a dos personajes bastante representativos: nos referimos a Juan Fernández de Velasco, V Duque de Frías, y a Bernardino Fernández de Velasco, XIV Duque de Frías, en vida del cual el castillo de Montemayor pasó al Ducado de Frías.

Al primero de ellos, Juan Fernández de Velasco, lo menciona Miguel de Cervantes en El Viaje del Parnaso, IV, vv. 427-432, en este verso:

Vuelvo la vista, a Mantuano veo, / que tiene al gran Velasco como mecenas, / Y ha sido acertadísimo su empleo; / dejarán estos dos en las ajenas / tierras, como en las propias, / dilatados sus nombres, que tu, Apolo, así lo ordenas. (Miguel de Cervantes, El Viaje del Parnaso, IV, vv. 427-432).

Ese “Mantuano” al que alude Cervantes no es otro que Pedro Mantuano, el secretario y bibliotecario del Duque de Frías. La figura de éste se ha revalorizado recientemente debido a la publicación de una obra colectiva editada por la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Su título es De todos los ingenios los mejores. El Condestable Juan Fernández de Velasco y Tovar, V Duque de Frías (1550-1613). Desde luego mucho habría que decir de este Duque de Frías, que trabajó para dos reyes, con Felipe II como jefe de cámara y con Felipe III como copero mayor, siguiendo así una tradición familiar que empezó con Carlos V, como ya hemos visto.

También hemos de considerar la labor de Pedro Mantuano en la edición del Seguro de Tordesillas, obra que como ya mencionamos fue escrita por el condestable de Castilla Don Pedro Fernández de Velasco, el “buen Conde de Haro”, y que trataba justamente de la historia y memoria del linaje de los Velasco. Inspirado en ese libro, el secretario del V Duque de Frías escribió un texto titulado “Sumaria relacion del linage de Velasco y varonía de los señores de esta Casa”. De él extraemos los siguientes párrafos que hablan de la presencia constante de la Casa de Velasco en la Historia de España desde tiempos antiguos, y menciona la Casa de Trasmiera (Cantabria) como uno de los lugares originarios de los Velasco, situada precisamente en lo que fue la Bardulia:

“… Que aquella casa [en Trasmiera] haya sido antiquissimo domicilio de los Señores de Velasco es cierto; pero no es cierto ni aun verisimil, que el primer poblador della haya sido Caballero Godo; porque antes se juzga, que es anterior á la invasión que en España hizieron los Godos. Y la palabra Velasco no tiene nada común ó semejante con la lengua Gótica. Antes, si se atiende á la lengua de los Romanos, á quien succedieron los Godos, no sería muy dificultoso toparle deduction verisímil ( …) Y assi escribiré en esta relación cosas, no verisímiles, sino ciertas y evidentes. Y aunque en esta materia son lícitas las congeturas en ningún lugar me valgo por agora dellas (…)

Las memorias, que se alegan desta antigüedad, todas son de fé segura y assentada: fundaciones, dotaciones testamentos, privilegios Reales y auténticos: testigos incorruptos de la Historia. Conténtome pues, en lugar desta disputa, con mostrar, que desde que hay memoria de lo passado en España, en todas ellas interviene la mención deste nobilissima familia…”[69]

A subrayar la labor como diplomático de Juan Fernández de Velasco, pues formó parte de la delegación española en La Conferencia de Somerset House, en el año 1604, en la que se puso fin al contencioso que mantenían España e Inglaterra desde los tiempos de Felipe II e Isabel I; también como militar y estadista, siendo capitán general de Italia y gobernador del Milanesado y de Nápoles. Se casó en primeras nupcias con María Téllez-Girón, con quien tuvo dos hijos, un varón, Iñigo Fernández de Velasco (que murió joven), y una mujer, Ana de Velasco, casada con Teodosio II de Braganza, siendo ambos los padres de Juan IV de Portugal. (Ver figs. 78-79-80).

 

Fig. 78. La conferencia de Somerset House.

 

Fig. 79. Juan Fernández de Velasco, V Duque de Frías. Fragmento de la conferencia de Somerset House.

 

Fig. 80. Escudo conteniendo los de Juan Fernández de Velasco (izquierda), y su primera mujer, María Téllez-Girón.

 

Pero en este momento nos interesa sobre todo destacar su labor como hombre de letras, como mecenas y coleccionista de artes y antigüedades, manifestando una verdadera devoción por los libros antiguos y contemporáneos que se plasmaría en su famosa biblioteca, reunida a lo largo de los años siendo una de las más importantes de España y de Europa, con títulos que abarcan todas las materias desde los autores clásicos (Platón, Plutarco, el historiador Polibio, Alciato, Virgilio, Ovidio, etc.) hasta los medievales (Brunetto Latini, etc.), y los humanistas, hermetistas y neoplatónicos del Renacimiento (Marsilio Ficino, Angelo Poliziano, etc.) Un dato a señalar que denota sus tendencias poéticas e intelectuales es el hecho de que en su biblioteca está representado prácticamente todo el círculo de los Fieles de Amor empezando por Dante, Cavalcanti, Cino da Pistoia, Boccaccio y Petrarca, autor este último muy presente en su biblioteca, y estamos convencidos de que el Duque de Frías participaba de la corriente petrarquista, un movimiento que partiendo de las cortes italianas tuvo una gran influencia en la cultura europea.

Con la creación de su biblioteca muestra la fidelidad al cumplimiento de lo estipulado por sus antepasados, y así lo manifiesta en su testamento dejando el mayorazgo de la misma a su primogénito, el VI Duque de Frías, según expresan sus propias palabras:

porque los sucesores de mi casa tengan memoria y se acuerden que asi como las dos cosas principales con que se adquiere la nobleza y se conserva son las armas y las letras, quiero y mando, en señal de esto, que esté siempre vinculada en el mayorazgo toda la librería que tengo. La cual ordeno y mando se ponga en un aposento conveniente de los de mi casa de Burgos, con todas las demás cosas tocantes a la librería y estudio.

La biblioteca como una herramienta de la memoria, y asimismo del trabajo intelectual. Memoria que también pertenece al linaje familiar, que en palabras de Juan Fernández de Velasco se ha ido conformando y sosteniendo sobre dos pilares: el deber militar inherente a su condición secular de defensores del Reino y el amor hacia los libros y la cultura. La biblioteca era la “alhaja”, la “joya” de la Casa de Frías, según diversos testimonios de sus herederos, lo que demuestra el lugar preeminente de la misma dentro de dicha Casa. Según hemos podido investigar, la biblioteca tenía diversas salas, y una galería donde se disponían las pinturas de los antepasados (hombres y mujeres) hasta llegar a Juan Fernández de Velasco, siguiendo así una norma del Renacimiento que se impuso en toda Europa. Asimismo se destacan los tapices, como el que aquí mostramos, donde se aprecia el escudo de los Velasco y los Duques de Frías (fig. 81), enmarcado por otras escenas y elementos vegetales y animales, entre los que destacan el Ave Fénix renaciendo de sus cenizas, y que bien pudiéramos tomar como un distintivo de lo que fue esta antigua Casa nobiliaria a lo largo de su amplia, fecunda, constructiva e intensa historia, sin la cual no podría entenderse la propia historia de España, e incluso nos atreveríamos a decir de Hispano-América, por la implicación que muchos de sus integrantes tuvieron en el acontecer del Nuevo Mundo.

 

Fig. 81. Escudo del V Duque de Frías.

 

Por otro lado, en esa galería aparecían algunos retratos de los autores de los libros. En todo ello nuestro Duque se inspiró en la galería genealógica que Federico II Gonzaga tenía en su biblioteca de Mantua, y que él mismo visitó durante su estancia en esta ciudad italiana. Lo mismo podríamos decir de la biblioteca de Ludovico el Moro, Duque de Milán. Estamos convencidos que durante sus años en Italia el V Duque de Frías, y paralelamente a su actividad diplomática y militar, estuvo en contacto con muchas cortes italianas y conoció sus ambientes y el espíritu que las animaba, un espíritu que recoge muy bien Federico González Frías en su obra Las Utopías Renacentistas.

La biblioteca, y dentro de ella el camarín privado o studiolo del Duque, constituía el centro de su vida intelectual, decorado con toda clase de artilugios e instrumentos, astrolabios, compases, esferas armilares, cartografía, etc., indicando, como se dice en la obra De todos los ingenios los mejores…, el interés del Duque de Frías

hacia el progreso del conocimiento científico-técnico y los descubrimientos geográficos que asombraban a los intelectuales de su tiempo.

Había también en esa cámara de estudio imágenes y estatuaria de Venus, de Cupido, de Júpiter, Hércules, Baco, Laocoonte, de la diosa Victoria, bustos de emperadores, etc., todo ello propio, efectivamente, de un humanista del Renacimiento.

En uno de los catálogos que se hicieron de su biblioteca se hace un encomio versificado de ésta y del propio Duque de Frías:

Entre cúmulos de libros magnos trofeos / lleven tu nombre hasta los astros / Oh dux, oh casa, oh sede, oh dulce estancia de la poesía, / oh lugares dignos de los grandes dioses. / Marcha, decoro de España, / mézclate con los dioses y que la Musa te haga feliz en Marte y en la Tierra.[70]

Con los años, la biblioteca del V Duque de Frías se dispersó por muchas librerías y bibliotecas de España (por ejemplo la Biblioteca Nacional), y también del extranjero y de particulares. Es decir fue “troceada” y dispersada por los cuatro puntos cardinales, como se hacía antiguamente en algunas culturas con los cuerpos de los héroes civilizadores.[71]




NOTAS

[69] Cristina Jular Pérez-Alfaro: “La importancia de ser antiguo. Los Velasco y su construcción genealógica”, comprendido dentro de la obra colectiva La Conciencia de los Antepasados. La construcción de la memoria de la nobleza en la Baja Edad Media.

[70] Extraído de “Encomio y gloria: brillo imperial del Milanesado en los libros italianos de las colecciones de Frías y Gondomar”, de Mª Luisa López Vidriero.

[71] Gran parte de los fondos de esta biblioteca pasaron a formar parte del archivo de los Duques de Fernán-Núñez, los cuales fueron generosamente donados por esta Casa Ducal al Ayuntamiento de dicha localidad, colindante con Montemayor. Constaba de 255 volúmenes, los cuales fueron comprados en 1983 por Charles B. Faulhaber. Actualmente se encuentran en la Biblioteca Bancroft, de la Universidad de California.

 

DL: CO 2050-2016. Diputación de Córdoba. Montemayor 2016.