FRANCISCO ARIZA

TARTESOS, LA CIUDAD DE ULIA, EL SEÑORÍO DE MONTEMAYOR Y EL CASTILLO DUCAL DE FRÍAS
Linajes históricos y mitos fundadores

 

Capítulo III

EL SEÑORÍO DE MONTEMAYOR
Y EL CASTILLO DUCAL DE FRÍAS

 

Como indicamos en la Introducción, cuando empezamos a investigar los temas que aquí estamos tratando no sabíamos que en realidad estábamos realizando un viaje hacia el interior de la Historia de España. Esto se hizo muy evidente cuando se advirtió que en la forja de esa Historia no fueron ajenas dos de las Casas nobiliarias que estuvieron vinculadas al municipio de Montemayor desde los tiempos de la Baja Edad Media, concretamente durante el período de la Reconquista de Andalucía por los reyes castellanos y leoneses. Nos estamos refiriendo a los Fernández de Córdoba y Montemayor y a la Casa Ducal de Frías, Casa que, desde hace más de dos siglos, es asimismo titular del Señorío y del castillo que corona este municipio y al que le otorga una belleza y una personalidad particular en el hermoso escenario de la Campiña Sur cordobesa.

A todo esto, además, hay que añadir un dato que ya hemos señalado varias veces y que consideramos importante por distintas razones, y es el hecho de que el lugar geográfico donde actualmente se ubica el municipio de Montemayor fue también el solar donde se levantó Ulia, la antigua y legendaria ciudad íbero-romana que precisamente fue protagonista de varios acontecimientos referidos igualmente a la Historia de España, cuando ésta todavía se llamaba Hispania o Iberia.

Más adelante tendremos ocasión se señalar que este dato no es baladí y tiene su lugar y su sentido dentro de una concepción de la Historia que, como señalamos al comienzo de este estudio, no es simplemente lineal sino cíclica, y las distintas épocas históricas acaecidas en un mismo espacio geográfico, en este caso aquel que está en torno al Mediterráneo, están vinculadas entre sí por hilos muy sutiles. Esto es especialmente cierto cuando esos ciclos corresponden a un conjunto de civilizaciones ligadas por ideas-fuerza comunes a todas ellas y expresadas a través de sus diferentes formas culturales. Los griegos, o los fenicios, que llegaron a las costas del levante y del sur hispano se encontraron con culturas diferentes a las suyas, pero no hasta el punto de resultarles extrañas, sino que más bien sus dioses, símbolos, ritos y mitos les eran familiares, y se reconocieron en ellos. Por eso fue posible el entendimiento cultural entre los distintos pueblos que allí cohabitaron, fruto del cual fue en gran medida el nacimiento de la nación ibera en torno al siglo VI a.C., y que se extendió desde el Rosellón francés hasta el Levante y Mediodía español.[54]

Roma no acaba con las culturas que se encontró al llegar a la península, sino que, como hemos visto, las incluye en su proyecto civilizador, el que hereda precisamente el Cristianismo cuando se hace cargo de mantener las estructuras del Imperio Romano de Occidente, manteniendo así una identidad cultural entre los pueblos que lo integran. En este sentido, y centrándonos en nuestro tema, tanto en la Ulia romana como siglos más tarde en la Montemayor cristiana de los Fernández de Córdoba y la Casa Ducal de Frías esa identidad apenas altera su contenido esencial, y es por esto por lo que hablamos de una continuidad en el tiempo, si bien, y aparentemente al menos, esta parezca interrumpirse con la llegada de los árabes.

Es evidente que durante el período musulmán ya no existe como tal la ciudad de Ulia, que tras la caída de Roma fue decayendo poco a poco hasta desaparecer por completo quedando de ella tan sólo vestigios arqueológicos que durante años han ido apareciendo como frutos salidos de la Tierra, que como madre generosa y prudente todo lo conserva en su seno. En la época musulmana tan solo se habla de Ulia de la Campiña (Uliat al-Kanmbaniya) como si se tratara de un distrito simplemente agrícola, pero no ya de un municipio romano.

Pero esos vestigios arqueológicos son para nosotros como gérmenes que conservan latente la memoria de aquella identidad. A nuestro entender la arqueología es algo más que un simple gusto por las “antigüedades”. Ella cumple una función “conservadora”, y como su nombre indica es el estudio del “principio” (arqué), es decir de los orígenes. La arqueología es un relato, un discurso donde la Historia se expresa como memoria que remite constantemente al principio, a los orígenes, que están vivos. No en vano conviene recordar que la Historia está bajo los auspicios de la musa Clío, hija de la Memoria como el resto de las Musas.



NOTAS

[54] Recordemos nuevamente que la cultura ibera surge cuando desaparece el reino de Tartesos, en ese mismo siglo VI a. C, razón por la cual se la ha considerado su heredera, al igual que la cultura turdetana y la túrdula.

 

DL: CO 2050-2016. Diputación de Córdoba. Montemayor 2016.