FRANCISCO ARIZA

LA OBRA DE FEDERICO GONZALEZ
Simbolismo - Literatura - Metafísica

 

Scholae Magicae Typus: Ejemplo de Escuela de Magia. En la obra alquímica de Thomas Vaughan, Lumen de Lumine, 1651.
Fig. 55. Thomas Vaughan. Lumen de lumine, Londres 1651

 

Capítulo VI

EL ARTE Y EL SIMBOLO


Como íbamos diciendo, en 1998 se publica Simbolismo y Arte,[352] título cuyo nombre reúne dos de los temas más tratados en la obra de nuestro autor, quien en su primer libro, El Simbolismo de la Rueda (cap. III, «Perspectivas desde el Arte»), ya dejó escrito que el símbolo y el arte son transmisores y receptores de ideas-fuerza y nos brindan la posibilidad de una salida, de una escala, de un camino a ser recorrido mucho más fácilmente de lo que uno se imagina, y añadía:

Además, habiendo un modelo cósmico universal, la obra de arte ya está hecha. Ha sido simbolizada. Y tiene un plan y un orden. Todo nuestro trabajo consiste en rescatar y unir los fragmentos de uno mismo, hacia la síntesis definitiva (…) Se dice que el símbolo es uno mismo. Que la verdadera obra de arte es lo que pueda hacer cada cual consigo en el fondo de su corazón. Las producciones son secundarias y llegan por añadidura. Lo realmente válido se sitúa en la zona más misteriosa y desconocida. Y que por cierto nadie podrá juzgar sin equivocarse, pues la libertad interior es incalificable. Mucho menos por el propio interesado. Y a que ella no necesita de nada, pues siendo apenas la virtualidad de un punto, un espacio vacío, es simplemente lo que es.

Desde el punto de vista de la didáctica iniciática, el libro que nos ocupa, Simbolismo y Arte, podría ser considerado también como una «síntesis definitiva» de todo aquello que nuestro autor había escrito hasta ese momento sobre el Arte y la Simbólica. En efecto, pese a ser un volumen de poco más de cien páginas, en él encontramos la más brillante síntesis acerca del símbolo considerado en su dimensión operativa y por tanto como un elemento fundamental en el proceso de Conocimiento. Los capítulos V y VI, respectivamente «Arte Alquímica» y «Arte Teúrgica», son un testimonio de lo que estamos diciendo; ellos hablan de ese aspecto operativo del símbolo, ligándolo con el arte de la transmutación del alma humana, y el mensaje que subyace es que, en realidad, el conocimiento de lo que el símbolo expresa es la condición necesaria, el «motor secreto» podríamos decir, de esa transmutación. Todo lo que no sea esto lleva finalmente a tomar al símbolo como un simple objeto de especulación para diletantes, olvidando que su papel de intermediario no es entre

una imagen y un concepto a nivel psicológico, sociológico u horizontal, sino la realidad manifestada de un proceso vertical en el que él constituye per se lo significado y lo significante, ya que es revelador a escala humana de los secretos de una Superestructura, siempre presente, imagen de la Mente Divina, la que ordena permanentemente relaciones y analogías que dan lugar al mundo de lo percibido por los sentidos, y a las leyes y mecanismos mentales de los humanos, signados éstos por una dualidad que deben trascender. Esta necesidad de neutralizar opuestos para conocer el orden cósmico, o modelo universal, e insertarse conscientemente en él, se obtiene pues a partir del símbolo, el cual al conjugar en su cuerpo de manera unitaria la expresión conocida con el origen desconocido, lo manifestado por él y al mismo tiempo la emanación de lo inmanifestado que le ha dado su propia forma, su identidad, concretiza toda la posibilidad de Conocimiento, o sea de ser.[353]

Es precisamente esa unidad del símbolo, que nace de la conjugación que en él se establece entre la expresión conocida y el origen desconocido, entre lo manifestado y lo inmanifestado, lo que el estudiante de la Simbólica tiene que asimilar e interiorizar en su conciencia, pues esa misma unidad constitutiva del símbolo se presenta a nuestra mente como un paradigma que nos enseña a «conciliar las oposiciones», o a «reunir lo disperso», o sea la dualidad que se debe trascender, lo cual, además, es una necesidad imperiosa en el camino iniciático. En este sentido todo símbolo es necesariamente sintético. Esta es una de las claves para entender por qué la idea-fuerza del símbolo genera la energía del Conocimiento y puede llegar a ser realmente efectiva y operar un cambio de estado.

Por esta y otras cuestiones que intentaremos desarrollar en este capítulo, debe considerarse a Simbolismo y Arte como una «joya» intelectual de primer orden, y en sus páginas nuestro autor establece una verdadera «teoría del arte» que incluye naturalmente su práctica, pues, como él mismo nos dice, para una mentalidad tradicional o arcaica (que no olvidemos puede ser contemporánea y actual) no existe diferencia alguna entre una y otra, entre la teoría y la práctica, ya que ambas constituyen las dos caras de un mismo proceso, que es el de la realización por el Conocimiento. Aquí se nos está transmitiendo la idea de que el símbolo, con la ayuda del arte, es realmente el instrumento por excelencia de esa realización. Estamos, pues, ante un verdadero tratado de Filosofía Hermética, en su doctrina y en su Arte, actualizadas para nuestro tiempo.

 

Fig. 56. Jacob Böhme, Dreyfaches Leben (De la triple vida),
Amsterdam 1682




NOTAS

[352] Editorial Symbolos. Hay una segunda edición (2004) a cargo de la Editorial Libros del Innombrable.

[353] Capítulo IV. «Arte, Símbolo y Mito en las Culturas Tradicionales».

 

ISBN 9788492759668. Ed. Libros del Innombrable. Zaragoza 2014.