FRANCISCO ARIZA

LA OBRA DE FEDERICO GONZALEZ
Simbolismo - Literatura - Metafísica

 

Capítulo XI

ESTUDIO SOBRE PRESENCIA VIVA DE LA CABALA
(continuación)

 

III

Los tres siguientes capítulos (III, IV y V) llevan por título «La Cábala de Provenza y Gerona», «La Cábala de Castilla» y «La Cábala de Safed», respectivamente. Tratan por tanto del desarrollo de la Cábala histórica profundizando en la obra de los cabalistas que hicieron posible ese desarrollo, el cual se enmarca dentro de una geografía que tiene como protagonistas a determinados países y regiones ribereñas del Mediterráneo, comprendido todo ello dentro de un período que va desde el siglo XII hasta el XVII.

Por su lado, el capítulo VI y último, se titula «Los Hasidim», nombre dado a ese movimiento del misticismo judío que durante los siglos XVIII y XIX impulsó una importante renovación de la Cábala, y cuya influencia se extendió por los países del Este europeo (Polonia, Ucrania y Rusia principalmente), si bien su origen primero se remonta a la Alemania medieval. Precisamente las últimas páginas del capítulo VI (y por tanto del libro) están dedicadas a los hasidim askenazí (de Askenaz, Alemania), que florecieron allá por los siglos XII y XIII y que guardan ciertas similitudes con los hasidim eslavos. Los maestros del hasidismo alemán y eslavo conocían perfectamente la doctrina del Sefer Yetsirah y del Sefer ha Bahir, y la incorporaron a sus enseñanzas, si bien el lenguaje y la forma de exponerla eran algo diferentes a las de los cabalistas de Provenza, España y Safed, que como hemos tenido oportunidad de ver vivieron en un medio cultural muy influido por la filosofía griega y el pensamiento especulativo, lo que no fue tan acusado entre los judíos alemanes y posteriormente eslavos.

El capítulo VI comienza con un acápite dedicado a Moshé Hayim Luzzato (nacido en 1707 en la italiana Padua, desterrado en Amsterdam y muerto seguramente en Palestina en 1747), al que se considera el principal artífice de esa renovación, y cuya extensa obra constituye una magistral síntesis de la Cábala:

Renovándola en su expresión por el uso del método lógico en consonancia con el momento histórico que le tocó vivir, y por una lengua, la hebrea, que contribuyó a vivificar adaptándola a los tiempos modernos, todo ello aunado y supeditado a una total adhesión a la doctrina imperecedera e inmutable del esoterismo judío.

Sus escritos, según propia confesión, le eran dictados por un Maguid (ángel, la voz interna) en momentos de profunda meditación:

Mientras meditaba en un yihud, me adormecí, y cuando desperté oí una voz: «He descendido para revelarte los secretos del Rey Santo». Permanecí temblando unos momentos, después me restablecí y la voz no cesó de revelarme cosas misteriosas. Al día siguiente, a la misma hora, tomé la precaución de encontrarme solo en mi habitación y entonces la voz se volvió a manifestar para revelarme otro secreto, hasta el día que me reveló que era un Maguid. Tres meses más adelante, me transmitió otros yihudim para cumplir cotidianamente con el fin de merecer la visita del profeta Elías… Después el profeta Elías vino a contarme secretos celestes; y anunció seguidamente la venida de Metatron, el gran Príncipe de los Angeles. (314).

Sobre Luzzatto he aquí lo que se dice en la p. 320:

Leyendo a este autor ya tan cercano a nuestros días sorprende la proximidad en cuanto a la expresión de sus escritos y la simultánea intemporalidad de sus contenidos, referidos en todo momento a la búsqueda interior, espiritual, en la que el alma es siempre la mediadora y vehiculadora del proceso. Al cabalista se le transmite que ella es la materia prima sobre la que empezar a investigar, porque todo está registrado en su entramado. (…) De este modo, el cabalista deviene un lector del alma; muy lentamente va resiguiendo una y otra vez cada letra revelada que la conforma. Deletrea con paciencia el alefato, luego encadena palabras y oraciones, hasta que de pronto integra el mensaje, lo elabora, y descubre para su sorpresa que el hallazgo, que el mensaje, que el tesoro de la mismidad o la identidad, ya lo llevaba puesto.

Y más adelante:

Luzzatto inaugura el período más reciente de la expresión de la Cábala. En parte, gracias al impulso, rigor y gran labor de escritura de este cabalista, el corazón de la tradición judía ha palpitado hasta nuestros días, adoptando en los dos últimos siglos unas formas bien sorprendentes de transmisión, acompasadas al acercamiento del fin de este ciclo cósmico, lo que ha puesto el acento en cuestiones fundamentales como la restauración y unificación de todos los mundos en su unidad esencial –proceso que se corresponde con el de la realización espiritual del iniciado– e igualmente en el siempre anhelado advenimiento del Mesías, que no deja de ser otro símbolo de la restitución interna del estado de conciencia de unidad, aunque además ello no excluya la encarnación de la plenitud del Verbo tan esperada por el pueblo judío, análoga a la parusía cristiana. (330).

Hayyim Luzzatto es un receptor de la metafísica de su Tradición, y así lo vierte en sus escritos, de los que destacamos: Las 138 Puertas de la Sabiduría; El filósofo y el cabalista; El Segundo Zohar; Afirmación de la Redención; La Sabiduría del Alma; Secretos del Templo Futuro y El Camino del Eterno.

Influido su pensamiento por la escuela de Isaac Luria y de Hayyim Vital, volveremos a citarlo, junto a algunos de sus textos, cuando tratemos al final de este estudio de estas dos cimas de la Cábala.

Hemos de decir que la lectura de este último capítulo (y especialmente a partir del segundo acápite, que lleva el mismo nombre del capítulo, «Los hasidim») mantiene permanentemente en el alma una vívida emoción, y esto es debido sin duda alguna al carácter «devocional» (la palabra hasidim quiere decir precisamente «devoto», y también «piadoso») que adquiere la enseñanza esotérica en esta rama del misticismo judío, y que propiciaría su amplia aceptación social. Sin embargo, ese carácter no impide que la propia alma simultáneamente reciba el influjo espiritual y metafísico que es inherente a la Ciencia Sagrada, pues de lo contrario estaríamos hablando de algo meramente religioso. Se trata por tanto de una «emoción intelectual» (la misma que se vive leyendo muchos pasajes del Zohar y desde luego de la Biblia), o sea que el alma, la psique, recibe la impronta de la idea a través del poder de evocación de la realidad que es inherente a esa idea misma, y que como un fuego sutil contribuye a su transmutación incorporándola así a la conciencia, fijándose en ella y encarando la realización por el Conocimiento.

Los maestros hasídicos adaptan la Cábala para hacerla accesible a la comprensión del pueblo, pero esto no significó necesariamente una mengua de la potencia espiritual que hace posible la alianza con la Deidad; todo lo contrario, esa alianza resurge y se fortalece nuevamente gracias a la intervención del tzadik (el justo), que es, como el hasid de los askenazís alemanes de la Edad Media, el intermediario y el garante de que la esencia de la doctrina no corra el peligro de disolverse debido a la exacerbación que de tanto en tanto alcanza el clima pietista y religioso moral.

El paradigma del tzadik le conviene perfectamente a quien es considerado el más grande de entre todos ellos: Baal Shem Tov (el «Maestro del Divino Nombre»). Si con Hayim Luzzato tiene lugar la renovación de la Cábala, en Baal Shem Tov tenemos el impulso que promueve el nacimiento del hasidismo moderno. Es evidente que tanto Baal Shem Tov, como Hayim Luzzatto y todos los verdaderos sabios hasídicos heredan la Cábala de sus ilustres predecesores y también «por canales fuera de lo común» (alusión a una transmisión de carácter suprahumano), recreándola como fruto de su íntima comprensión, la que vierten con una enorme generosidad en el corazón que se muestra receptivo a su influjo. En todos ellos el vehículo principal es la Torá como un venero por donde mana inagotable la vida secreta de la Divinidad, que cuando se revela lo hace en efecto por medio del lenguaje y la palabra vivificadora y salvífica.

Como dijimos, las últimas páginas del capítulo VI (y por tanto del libro) están dedicadas a los «devotos» de la Alemania medieval, los hasidim askenazí. Tres grandes figuras se destacan en este movimiento: Samuel el Hasid, su hijo Y ehudá el Hasid y el primo de éste Eleazar de Worms. De ellos, de sus enseñanzas y pensamientos, saldría el libro más importante del hasidismo alemán: Sefer Hasidim, «Libro de los Devotos». Los tres pertenecieron a una familia de talmudistas llamada Kalónimos, que según la tradición vinieron de Italia (pero procedentes a su vez de Babilonia) a la llamada de Carlomagno con el fin de establecerse en el norte de Francia y a lo largo de toda la cuenca alemana del Rin, en ciudades como la ya nombrada Worms, Spira, Maguncia, Ratisbona, etc.[513] Estamos hablando entonces de una comunidad judía que se implantó desde muy antiguo (siglo IX) en esa zona de Centroeuropa, y a través de su genealogía italo-oriental pudieron desarrollar una mística del lenguaje basada en las enseñanzas de la Merkabá y el Sefer Yetsirah (y posteriormente conocieron también el Sefer ha Bahir), y la aplicaron sobre todo en la plegaria y la oración, utilizando para ello el método de la permutación (gematría), la combinación (notarikón) y la equivalencia (temurah) entre la letras, de tal modo que se establecían correspondencias entre las palabras que componen la plegaria, que es lo mismo que decir entre las ideas, pues las palabras son la cobertura y el símbolo de estas últimas. Así nos lo explica la siguiente cita que encontramos en la p. 360:

Las obras clásicas de gematriah en este círculo son los escritos de Eleazar de Worms, cuyas gematriot se basan, al menos en parte, en las tradiciones de sus maestros. Eleazar descubría mediante la gematriah las meditaciones místicas sobre las oraciones que pueden recordarse mientras se repiten las palabras. Sus comentarios sobre los libros de la Biblia se basan en su mayor parte sobre este sistema, incluyendo algunos que conectan las leyendas midrásicas con palabras de los versículos bíblicos a través de la gematriah, y otros que revelan los misterios del mundo de la Merkabah («carroza divina») y los ángeles por este procedimiento. (G. Scholem. Grandes temas y personalidades de la Cábala).

Como vemos, un conjunto de relaciones y vínculos entre los planos superiores donde moran las entidades angélicas (los estados superiores) permanece oculto en las palabras y versículos bíblicos, y cabalísticos, y ese mundo aflora de repente a la conciencia del buscador gracias a los métodos cabalísticos, que incluyen el rito de la comprensión de su teosofía y la implicación personal que ponemos en ello. Es un mundo verdaderamente nuevo que coexiste simultáneamente con el cotidiano, o mejor dicho, éste está contenido en él, y es por eso precisamente que percibimos, y sentimos, que no estamos «fuera» sino «dentro» de ese mundo nuevo, cuya característica principal es la «lucidez». Por eso mismo, las Sagradas Escrituras y los textos de los maestros de la Cábala siempre acuden en nuestra ayuda si la intención recta guía nuestro corazón, y nos ofrecen las respuestas a las preguntas que nos formulamos sobre nuestro ser y nuestras circunstancias existenciales. Y ya hemos visto que las palabras sagradas son salvíficas y tienen el poder de fecundar y de generar. Dice a este respecto el Zohar (II, 98b):

En cada palabra de las Sagradas Escrituras, el Santo, bendito sea, ha encerrado un misterio supremo, que es el alma de la palabra, así como otros misterios menos profundos, que son la vestidura del primer misterio. El profano no ve en cada palabra más que el cuerpo, es decir: el sentido literal. Por contra, los clarividentes ven en cada palabra una vestidura que cubre el alma y a través de esta vestidura entreven su esencia.

Por otro lado, y como apuntamos en la nota a pie de página anterior, es un hecho de indudable importancia para el desarrollo de la Cábala el flujo de sabios askenazís a la península ibérica hacia la mitad del siglo XIII huyendo de las persecuciones, pasando por Barcelona (donde dejaron su huella) y estableciéndose más tarde en ciudades tan importantes de Castilla como Toledo o Medinaceli, entre otras.

 

 

XI. Continuación
IV

 



NOTAS

[513] Debe destacarse el contraste que existe entre esta acción de generosidad hacia los judíos por parte Carlomagno, el «padre de Europa» y fundador del Sacro Imperio Romano, con el tratamiento que más tarde se tuvo hacia ellos en tiempos de las cruzadas, cuando fueron perseguidos de manera brutal, lo que empujaría a algunos a exiliarse a los países meridionales, entre ellos España, lo cual resultaría beneficioso para la introducción de las ideas esotéricas entre los cabalistas de Sefarad.

 

ISBN 9788492759668. Ed. Libros del Innombrable. Zaragoza 2014.